Intro.~

        Reminiscencia.
Desde pequeña me ha llamado la atención aquel mundo misterioso, mágico y desconocido en el que se refugian los protagonistas de los cuentos que solía contarme mi madre antes de dormir; hadas, duendes, pegasos, unicornios, vampiros y alienígenas. Esto podría parecerle absurdo a alguien de mi edad, pero a mis diecinueve años tengo la certeza de que por lo menos uno de estos sorprendentes seres tiene lugar en algún punto del universo, en alguna dimensión desconocida…



Capítulo I "Viaje"

                               “Viaje”

-         ¿¡Crimsomville!? …¡estás loca!
-         ¿Es que acaso no viste el noticiero esta mañana?
-         Sí, claro que lo vi
-         Te leeré el periódico, presta atención…
-         ¡Alice! ¡Me tienes hasta las napias con el tema!
-         ¡Escucha! “El Chupacabras ataca en Crimsomville: veinte gallinas y cinco ovinos se encontraron muertos la madrugada del pasado viernes. Todos presentaban dos perforaciones en la zona del cuello por donde se les sustrajo hasta la última gota de sangre. No se hallaron rastros del responsable. El dueño de los animales declaró no haber escuchado ningún ruido extraño aquella noche (…)”  El Chupacabras está allá, debo ir Violeta, sería un gran avance para mi investigación.
-         ¡Definitivamente no, Alice! He esperado diez meses por mis vacaciones en la playa y no las desperdiciaré en ir a cazar bestias contigo. Además papá jamás nos dará permiso, su condición fue la siguiente; o nos vamos las dos juntas a la playa con las chicas, como lo habíamos acordado durante todo el año, o nos vamos con ellos a la casa de la abuela!
-         Esto es algo que no me esperaba, ¡es la oportunidad de mi vida, hermana! tengo el permiso para vacacionar sin la custodia de papá y mamá, tengo dinero suficiente, Crimsomville no queda tan lejos y será toda una aventura!
-         Le diré a papá lo que planeas hacer!
-         Y yo le diré que quieres irte a la playa únicamente porque irá el hermano mayor de Anny y te lo quieres ligar!
-         …no serías capaz…
-         Pruébame ¬¬
-         ¡¡odio ser tu gemela!!
-         Violeta, nadie te obliga a venir conmigo, puedes irte a la playa con los chicos y disfrutar de tus vacaciones bajo el sol, pero a lo que a mí respecta, estoy decidida a ir a Crimsomville.
-         Sabes que no me gusta estar separada de ti…-el tono de voz de mi gemela pasó de su estado de histeria a una conmovedora melancolía. Éramos inseparables-.
No había tiempo que perder. Esa misma tarde ordenamos el equipaje y compramos los pasajes. Al amanecer del día siguiente ya estábamos en Crimsomville.
Mi rostro se iluminó al bajar del bus y contemplar aquella húmeda mañana gris cuyo cielo prometía lluvia, mi gemela echó un vistazo a su alrededor y suspiró resignada:
-         Jodido campo…esto es peor que ir a la casa de la abuela…¬¬
-         Anímate, la aventura recién comienza!
-         Ay no me digas!
Hice caso omiso a su ironía. Tomamos las maletas y entramos a una cafetería que se encontraba frente al terminal de buses.
-         Relájate Violeta! Mira, nos tomamos un cappuccino y en seguida nos ponemos a buscar un hotel en donde alojarnos ¿ok?
Un señor gordo y bigotón que leía el periódico en la mesa de en frente me miró extrañado e hizo un gesto de desapruebo con la cabeza, luego retomó su lectura aunque parecía estar más pendiente de nuestra plática que de lo que leía.
-         Espero que haya un hotel por aquí cerca, el viaje fue un asco y no logré conciliar el sueño mi por media hora, necesito dormir…además mis bolsos pesan más que los tuyos!
-         Es porque yo traje sólo lo necesario, tu por poco y te traes el armario completo! Pero descuida, después le preguntamos a la camarera dónde se encuentra el hotel más cercano.
El señor del periódico volvió a mirarnos. Claramente estaba parando oídos a nuestra conversación, eso me irritó lo suficiente como para devolverle una mirada de pocos amigos.
-         ¿qué sucede? –preguntó Violeta volteando para ver al señor de bigote. Éste dejó el periódico sobre la mesa y nos dirigió la palabra-.
-         Disculpen mi intromisión señoritas, pero en Crimsomville no hay hoteles. Cinco cuadras más abajo hay un minimarket, allí hay un teléfono público, les recomiendo llamar a sus padres para que las lleve de regreso a casa. Aquí no hay donde alojar a más forasteros. Las hospederías están atestadas de periodistas con todo este asuntillo del Chupacabras.
-         ¿¡QUË!? Alice, ¿te das cuenta? Ni siquiera tienes idea de dónde estamos exactamente y encima no hay dónde alojarnos!! Por una única vez en tu vida me tendrás que hacer caso, nos devolvemos ahora mismo a casa aprovechando que tenemos el terminal de buses en frente!
-         Me temo que no es posible –contestó el señor de bigote- no salen buses hasta pasado mañana, por eso les digo que llamen a alguien para que venga a por ustedes.
-         ¡¡maldita sea!! ¿cómo no previste esto, Alice!?
-         Olvidé ese detalle…lo siento hermana…
-         ¿”detalle”? ¿para ti el lugar donde se supone viviríamos estos dos malditos meses en este pueblucho de mierda es un simple detalle?!! O qué pensabas, ¿Qué acamparíamos en medio de un gallinero para ver aparecer a tu famoso Chupacabras?!!
-         Violeta, baja la voz…todos nos están mirando…-supliqué avergonzada-.
-         Me importa un carajo que miren y escuchen todo lo que quieran!! Este pueblucho y todos en él apestan!!
-         Si no te gusta dónde estás eres libre de irte al infierno, niñita. De todas formas, aquí no eres bienvenida –dijo calmadamente una voz joven y masculina-
Ambas volteamos a ver a quién había hablado. En la última mesa se encontraba un joven alto, delgado, de cabello negro medianamente largo, de rostro pálido y mirada indiferente. Violeta, dominada por la histeria le respondió inmediatamente:
-         Te informo que ya estamos en el mismísimo infierno maldito hijo de puta entrometido!!
Y sin dar tiempo para alguna posible respuesta, mi iracunda hermanita salió del local echa una furia, con sus bolsos al hombro y echando maldiciones por doquier. Rápidamente tomé mis cosas y la seguí. Cabe destacar que me pesaban más las miradas turbadas y molestas de los pueblerinos sumado con la vergüenza que los mismos bolsos que llevaba a cuestas.
-         ¡Violeta espera! ¿dónde piensas ir?
-         Al minimarket. No se tú, pero yo regreso a casa hoy mismo –se detuvo para mirarme fijamente a los ojos- supongo que estás consiente de lo furioso que estará papá cuando se entere de todo esto, cuando le diga dónde carajo me trajiste y para qué. Así que despídete de las vacaciones, con esto estamos castigadas de por vida ¡¡muchas gracias hermanita!!
Guardé silencio. Violeta tenía razón. Había estropeado sus vacaciones y las mías. Papá estaría enojadísimo con las dos…yo merecía el castigo correspondiente, pero me sentía culpable por que obviamente ella no lo merecía.
La lluvia comenzaba a caer. Caminamos cinco cuadras con los pesados bolsos al hombro hasta que por fin dimos con el minimarket que estábamos buscando. Violeta dejó caer sus bolsos a un costado de la acera y yo me quedé allí cuidando de ellos mientras ella entraba a la cabina telefónica.
Me sentía horriblemente mal. Sentada sobre el bolso más grande y resguardada de la lluvia saqué mi teléfono móvil a sabiendas de que no había señal. Violeta se sentó a mi lado.
-         ¿lograste comunicarte?
-         Está fuera de servicio. Estamos perdidas Alice…no se me ocurre qué hacer, mi celular no tiene señal y el teléfono público no funciona. No hay hoteles ni hospederías ni buses para devolvernos a casa, estamos empapadas y completamente desamparadas…
Entré en desesperación y me puse a llorar como idiota ¿qué más podía hacer? Violeta tenía razón, por mi culpa estábamos perdidas, no había salida, me sentía culpable, hambrienta, entumida y enferma y sentía gran pesar por lo que estaba haciendo padecer a mi hermana.
-         Perdóname Violeta –ella me abrazó cálidamente-
-         Por favor no llores…hallaremos alguna solución…de alguna manera debe haberla…tranquila Alice…sé que no era esto lo que esperabas, mucho menos lo que planeabas…sólo déjame pensar…-se quedó pensativa mientras seguía abrazándome por los hombros- mira! Allí viene un vehículo, quizás vaya a las afueras de Crimsomville, podríamos pedirle que nos lleve!
-         ¿quieres que hagamos “dedo”?
-         ¿se te ocurre algo mejor?
-         No…ok, vamos. – nos pusimos de pie he hicimos señas. El auto de color negro se detuvo frente a nosotras y lentamente el vidrio polarizado del lado del conductor comenzó a descender dejando a nuestra vista a una hermosa mujer de cabellera perlada y una maravillosa piel de porcelana. Parecía un maniquí, poseía una belleza perfecta e inigualable. Sus grandes ojos pardos nos miraron con curiosidad. Violeta y yo nos quedamos atontadas con su hermosura.
-         ¿puedo ayudarlas en algo, pequeñas? –su voz era melódica y sus labios color mora se encorvaron en una encantadora sonrisa-.
-         Ehh…s-si..disculpe…verá…no somos de aquí…no tenemos dónde quedarnos y necesitamos volver a casa…¿podría ayudarnos? –dijo Violeta-
-         Entiendo, pero… primores, siento no poder llevarlas a vuestra casa, mi trabajo no me permite salir de Crimsomville, pero puedo ofreceros hospedaje en mi casa el tiempo que sea necesario.
-         ¿habla en serio? –pregunté sorprendida- estaría muy agradecida! Traemos dinero suficiente, no se preocupe, pagaremos por cada uno de nuestros gastos y…
-         Tranquila corazón, no es necesario. Suban al auto.
Fuimos por nuestros bolsos, Violeta me habló disimuladamente:
-         No pretenderás que nos quedemos en su casa los dos meses, ¿verdad Alice?
-         Obvio que no, sólo será un par de días hasta que encontremos bus de regreso a casa –mentí-.
Era la oportunidad perfecta. Ya habíamos resuelto el problema del hospedaje, mi plan estaba en marcha otra vez…
Nos fuimos alejando de la zona urbana ya que el cemento de la calle fue bruscamente sustituido por un largo camino de tierra bordeado por zarzamoras y grandes bosques de pino. Me llamó la atención el hecho de que la hermosa mujer no haya echo más que recogernos y devolverse a casa, puesto que giró en U y se devolvió por donde mismo había venido. Violeta no tardó en quedarse dormida, con la cabeza apoyada en mi hombro. La bella mujer albina conducía en silencio y yo admiraba el paisaje disfrutando de la música clásica que sonaba de fondo.
-         Mi nombre es Agatha Le Blanc –se presentó la cordial mujer mientras me dirigía una amable mirada por el espejo retrovisor-.
-         Yo soy Alice Gray, y ella es mi hermana gemela, Violeta.
-         Dime cariño ¿qué motivo las trajo hasta Crimsomville?
-         Estoy haciendo una investigación acerca del Chupacabras, como en las noticias hablan de que sus últimos ataques han sido por esta zona, pues quise venir a averiguarlo personalmente.
-         Interesante…-dijo con tono enigmático- ¿desenmascararlo? ¿atraparlo? ¿cuál es tu objetivo?
-         Simplemente conocerlo…saber qué es, cómo es…
-         ¿no te asusta? Tengo entendido que se alimenta de sangre
-         Sangre animal. No se han reportado casos en los que haya atacado a algún humano. Sé que no es un animal salvaje común y corriente…sus ataques son tan prolijos…tan silenciosos…no puede ser un animal cualquiera…y eso es lo que quiero averiguar…quién es exactamente el Chupacabras…
-         Estás bien informada…bueno, suerte con tu investigación Alice…
Ni cuenta me di de cuando llegamos. El vehículo se estacionó frente a un enorme portón de diseño colonial. Pasando la entrada me deleité con el inmenso antejardín lleno de frondosos arboles de variadas especies. Imaginé lo agradable que sería un día soleado bajo la fresca sombra de aquellas arboledas. Sacudí a Violeta para despertarla. Al abrir los ojos se encontró con la inmensa mansión victoriana que se hallaba en medio de aquel maravilloso jardín. Parecía sacada de una postal europea. Por la cantidad de ventanas calculé que tendría por lo menos unas veinte habitaciones repartidas en sus tres pisos.
-         Asombroso…-murmuró Violeta-
Nos bajamos del auto en la entrada de la mansión. Agatha Le Blanc lo estacionó a un costado de la casona mientras que nosotras la esperamos en el porche.
El interior de la casa era aun más impresionante que su exterior. No es que fuese un palacio con escaleras de mármol, lámparas de lágrimas de cristal y alfombras aterciopeladas – como imaginé que sería- era mucho mejor que eso; estaba decorada completamente al estilo colonial. Sentí retroceder el tiempo unos cuantos siglos atrás.
-         Por favor siéntanse como en su propia casa. Más tarde le pediré a Gerard que suba las maletas hasta sus respectivas habitaciones, ahora síganme para enseñarles la casa – nos dijo Agatha gentilmente-.
-         ¿Gerard? –pregunté- ¿es su mayordomo? – la mujer soltó una delicada carcajada. No sé por qué pero me sentí avergonzada-.
-         Gerard es mi hijo mayor.
-         ¿tiene hijos siendo usted tan joven? –inquirió Violeta con curiosidad-
-         Los adopté siendo ellos muy pequeños…es una larga historia…
-         Entiendo. Entonces, ¿Cuántos hijos tiene? –fue mi turno de preguntar. La verdad es que Violeta y yo nos caracterizamos siempre por ser demasiado curiosas, sobre todo yo-.
-         Dos. Mis dos astros; mi Sol y mi Luna. Gerard es el mayor, después le sigue Elliott.
-         ¿y ellos dónde se encuentran ahora? –de alguna manera sentía ansiedad por conocerlos-.
-         Gerard salió temprano por la mañana a hacer unos trámites al centro de Crimsomville, ya debe estar por llegar.
-         Y..¿Elliott? – Violeta me arrebató la pregunta. Agatha guardó silencio unos instantes mientras subíamos las escaleras-.
-         …en su cuarto…Vengan conmigo, les mostraré sus habitaciones.
Llegamos hasta el segundo piso. Un amplio pasillo en forma de U separaba las habitaciones. Agatha me asignó una de las habitaciones que se encontraban al fondo. Era grande y tenía un balcón con vista al patio trasero. Desde allí se podía apreciar un inmenso bosque. Me enamoré inmediatamente de aquel cuarto. Apoyada a la pared derecha había una cama antigua de bronce con delicados detalles en la cabecera. Al lado de la cama había un pequeño velador con un candelabro antiguo en el centro. Mi vista se desplazó hasta un enorme espejo situado junto a un gran ropero de madera gruesa que cubría casi la mitad de la pared izquierda. Y para completar mi deleite visual; un hermoso tocador adornado con un alhajero de plata.
A violeta la situó en una de las habitaciones con vista al frente. Era un cuarto similar al mío, estaba decorado casi de la misma forma, con la diferencia de que en él había un largo estante repleto de cientos de libros. De no haberme tocado un cuarto tan portentoso la habría envidiado por eso; la lectura era mi segunda pasión.
Sentimos el motor de un vehículo. Agatha nos dirigió una radiante sonrisa:
-         Es Gerard quien acaba de llegar. Vengan conmigo para que os presente.
Bajamos hasta la sala principal. Me puse un tanto nerviosa al oír los pasos del chico acercándose hasta la entrada. Agatha abrió la puerta y lo besó en la mejilla. Gerard dejó su paraguas colgado a un costado para que se secara, luego se quitó la chaqueta mojada y la colgó en el perchero. Enseguida pasó a retirar el empapado mechón oscuro de cabello que le cubría la cara, fue entonces cuando vimos su rostro…
-         Por favor júrame que es una broma de mal gusto…-me susurró Violeta aturdida por el asombro-.
-         Es…es el chico que insultaste en la cafetería! –respondí perpleja-.
Violeta me arrastró del brazo y nos escondimos tras un pilar para que él no pudiera vernos todavía.
-         Lo primero que hará ese idiota cuando me vea será decirle a Agatha lo que ocurrió en la cafetería! ¿qué hago Alice? Moriré de vergüenza!
-         Y eso la ofende directamente hermanita, lo llamaste “hijo de puta”, y ELLA es su madre…Esto es embarazoso para mí también!
Oímos la voz de Agatha pronunciando nuestros nombres. Salimos de nuestro escondite con el kanji (“vergüenza” en japonés) tatuado en la frente.
-         Allí están. Acérquense chicas. Gerard, te presento a nuestras adorables inquilinas. Pequeñas, él es mi hijo mayor del cual les hablé.
-         Ho-hola…-tomé aire y traté de sonreír mientras extendía mi mano- …mi nombre es Alice Gray…- el chico me miró inexpresivo, esto me incomodó un poco-.
-         Gerard Croix…-se limitó a decir-.
Violeta tenía los ojos adheridos al suelo, como si la vergüenza le estuviese aplastando la nuca, impidiéndole levantar la cabeza. Tuve que morderme el labio para contener la risa al verla en esa situación. Gerard centró su atención en ella. La miró seriamente con ojos penetrantes y le dijo:
-         Bienvenida al infierno mocosuela irrespetuosa. La próxima vez procura ser menos grosera con quien te da refugio en su propia casa –Violeta se quedó de una pieza al oír aquellas palabras-.
-         ¡¡YO NO SABÍA QUE…
-         ¡Cállate! ¿Y encima te atreves a levantar la voz?
-         Gerard! ¿qué está pasando? ¿por qué tratas de esa manera a Violeta? –intervino Agatha molesta-
-         No querrá saberlo madame Le Blanc…
-         Explícamelo entonces
-         Si me disculpa, yo se lo explicaré –interrumpí- Gerard y Violeta tuvieron una discusión en la cafetería. Le pido disculpas por lo grosera que fue mi hermana con él
-         ¡PERO ÉL ME MANDO AL INFIERNO PRIMERO! ¡SI FUI GROSERA ES PORQUE ÉL TAMBIEN LO FUE CONMIGO!
-         Estabas haciendo un escándalo, tus gritos me molestaban en demasía ¿Qué más querías que hiciera? Me irritó tu escases de modales y no solo a mí, sino también a las demás personas que allí se encontraban. Deberían enseñarte a comportarte!
-         ¿¡y quién lo hará, tú!?
-         Jah! ¿crees que perdería así mi tiempo? ¿contigo?
Violeta apretó los puños para contener su ira. Dirigí mi atención a la expresión en el rostro de Agatha, más que molesta estaba divirtiéndose con aquella discusión. Me sorprendí al ver su sonrisa.
-         Tengo la certeza de que esos dos se llevarán bien muy pronto –me dijo-.
-         ¿de veras eso cree? A mi me parece todo lo contrario…se odian mutuamente…
-         Gerard tiene un carácter hostil. Rara vez sostiene alguna especie de diálogo con las personas, sea una conversación agradable o una discusión como esta.
-         Ok…-la verdad es que no le encontraba sentido a las palabras de Agatha. Ese “diálogo” entre Violeta y Gerard estaba lejos de llevarlos a una futura amistad… pero en fin-.

-         Alice si gustas puedes ir a darte un baño para quitarte esa ropa húmeda. Gerard llevará tus pertenencias hasta la habitación para que estén a tu disposición a lo que termines.
-         Muchas gracias –respondí y luego me retiré hasta uno de los baños que estaba en el segundo piso. Cabe destacar que la inmensa casona tenía por lo menos dos baños por nivel-.
Mi gemela a su vez hizo lo mismo.
El baño de tina me hizo muy bien, vaya si lo necesitaba. Cuando entré a mi habitación encontré los bolsos apilados al lado de la cama. Busqué ropa seca y comencé a vestirme. En eso estaba cuando oí a Violeta gritar enfurecida, no tardé en comprender lo que estaba pasando.
Mi hermana había salido del baño envuelta en una toalla. Entró en su cuarto y se desnudó sin percatarse de que tenía compañía. Gerard estaba aun en su habitación.
-         ¿¡QUÉ HACES AQUÍ PERVERTIDO!?
-         Sólo cumpliendo las órdenes de mi madre. Aquí están tus cosas.-respondió Gerard señalando los bolsos-.
-          Ya, está bien, gracias! Ahora ¡lárgate de aquí y deja de mirarme! ¡¡DEGENERADO!!
-         ¿bromeas? No me llama la atención tu cuerpo mal desarrollado…-mirándole el busto con descaro, ella le sigue la vista y al darse cuenta se tapa-
-         No tengo los pechos pequeños!! –reclamó Violeta ofendida, Gerard levantó una ceja-.
-         Ahórrate los detalles, no me interesa el tamaño de tus pechos.
Y sin decir más salió del cuarto muerto de la risa. Violeta estaba hecha una furia y por lo que me pude dar cuenta, Gerard disfrutaba haciéndola enojar…quizás Agatha tenía razón…
Terminé de vestirme y busqué mi videocámara. La traía conmigo a todas partes y mi objetivo esta vez era tener imágenes del Chupacabras. Yo iba a descubrir qué se ocultaba tras el misterio de aquel ser bebedor de sangre. Me asomé por el balcón y comencé a grabar el espeso bosque, fue entonces cuando una idea brilló en mi mente…Un bosque lleno de alimento para mi misteriosa bestia de sangre…
Tenía que adentrarme en ese lugar, penetrar el bosque y grabar cada rincón y mejor aun; instalar la cámara en algún punto específico y dejarla grabando toda una noche  y al día siguiente volver por los resultados.
Estaba decidida a intentarlo. No se había pronosticado lluvia para el día siguiente así que sólo debía tener paciencia y esperar a que se agotara el día. Saldría temprano por la mañana dejándole una nota a Violeta en caso de cualquier cosa, lo que iba a hacer era bastante osado…pero nada me iba a detener…
Me sentía tan ansiosa que guardé la cámara y corrí hasta la habitación de Violeta para hablarle de mi plan.
-         Tú estás demente –me respondió tras escucharme atentamente-.
-         Míralo desde mi punto de vista, es la oportunidad perfecta, tengo el bosque a los pies de la casa!!
-         No lo sé…no me parece muy buena idea Alice…
-         No pierdo nada con intentarlo
-         No, aparte de la vida…no, no creo que tengas nada que perder al internarte sola en medio de un bosque lleno de criaturas salvajes donde más encima se encuentra una bestia chupasangre de cacería.
Los intentos de mi gemela por hacerme desistir de mi propósito sólo avivaron más mis deseos de llevarlo a cabo ya…

Capítulo II "Encuentro"

                            “Encuentro”

Ya casi era medianoche pero yo no podía conciliar el sueño. Todos en la casa a excepción de mí dormían. Sólo podía oír el tic-tac del reloj que pendía de la pared frente a mí. Me pareció absurdo que, habiendo luz eléctrica, utilizaran velas para iluminar cada habitación y no existiera ni un solo televisor o radio en toda la inmensidad de la casona. Comenzaba a aburrirme y eso a su vez me causaba desesperación. Tomé mi libreta de notas y le dejé un mensaje a Violeta:
Si no regreso antes de las nueve diez, me buscan en el bosque. Alice”
Me asomé por el balcón para echar una última mirada al bosque antes de irme a la cama. Estaba emocionada con la idea de entrar en él. La lluvia había cesado y el cielo comenzaba a despejarse dando la posibilidad a la luna de alumbrar el hermoso paisaje nocturno.
A las cinco de la madrugada en punto me despertó el sonido de la alarma de mi celular. De un salto salí de la cama y me vestí tratando de hacer el mínimo ruido posible. Aunque el piso de madera vieja crujía escandalosamente bajo mis pisadas. Dejé la nota sobre la cama. Tomé mi cámara y salí sigilosamente del cuarto, no sin antes asegurarme de que no hubiera alguien más despierto a esa hora. Al llegar al descanso de las escaleras miré hacia arriba. El tercer piso era aun menos iluminado que el resto de la casa y más pequeño. Correspondía a las habitaciones de Agatha y sus dos hijos. Bajé y salí por la puerta de la cocina, que hacía menos ruido y daba directamente al patio trasero. Abrazada por el éxtasis que me provocaba aquel lugar comencé a correr hasta llegar  a la embocadura del bosque. Era un verdadero túnel negro. Respiré hondo y me introduje en él. Las copas de los árboles obstruían el paso de la luz. Sentí escalofríos. El aspecto lóbrego del bosque me causó cierto temor. Miré hacia atrás, hice ademanes de devolverme, luego miré la cámara que aferraba firmemente en mi mano, tomé una bocanada de aire y me armé de valor. Ya estaba ahí y no echaría pie atrás. A paso inseguro comencé a adentrarme en la espesa vegetación. Encendí la cámara, programé el modo nocturno y comencé a grabar todo lo que había a mi paso.
Concentrada en conseguir una buena toma, no tuve noción de la dirección y la distancia que había recorrido, mucho menos del tiempo transcurrido. Miré la hora en la pantalla de la cámara. ¡Cielos! Dos horas y ni cuenta me di. Puse pausa a la cámara y eché un vistazo por mi propia cuenta, no logré ver absolutamente nada, sólo sombras y bultos de los árboles y arbustos. La videocámara emitió un leve pitido. Era una mala señal; se estaba quedando sin baterías y no había traído conmigo los repuestos. Di media vuelta para devolverme a casa pero todo se veía exactamente igual desde donde se le mirase. No tardé en asumir que estaba desorientada y perdida. Rápidamente los nervios comenzaron a apoderarse de mí. Traté de tranquilizarme y encendí la cámara nuevamente. Se apagó a los 10 segundos.
Quedarme parada justamente allí donde estaba no tenía mucho sentido así que opté por caminar. Usé mi teléfono móvil como linterna para alumbrar el camino. Me rodeaba un silencio aterrador. Apenas se oía el cantar de los grillos, a lo lejos un búho. Toda alma residente en aquel bosque parecía estar dormida. Seguí caminando quien sabe por cuánto tiempo más. Me dolían los pies y estaba fatigada. Me senté un rato a descansar. Alcé la vista en busca de algo de luz. Nada. Las copas no dejaban filtrar ni el más ínfimo rayo de sol. Aquel bosque era una noche eterna. ¿Y si Violeta no encontraba mi nota? ¿Y si jamás nunca lograba salir de allí?
No iba a morir perdida en un bosque siniestro, no. Sin tener idea que dirección tomar, me puse de pie y emprendí mi camino nuevamente. Tampoco iba a entrar en pánico. Para relajarme comencé a cantar lo primero que se me vino a la cabeza. Habría puesto el reproductor de música de mi celular pero no quería acabarle la batería, era mi única fuente de luz y no me iba a permitir desperdiciarla.
-         Running through the monsoon
Beyond the world,
To the end of time,
Where the rain won't hurt
Fighting the storm,
Into the blue,
And when I lose myself I think of you,
Together we'll be running somewhere new
Through the monsoon.
Just me and you…
Obviamente mi voz acapella no sonaba ni como los eructos de Bill Kaulitz pero poco a poco fui sintiéndome más relajada. Así continué caminando y cantando un buen rato…
-         …I'm fighting all this power
Coming in my way
Let it take me straight to you
I'll be running night and day
I'll be with you soon
Just me and you
We'll be there soonSo soon… -suspiré- Cielos…ya no puedo más…
Me acomodé en el tronco de un árbol caído. Estaba cansada y hambrienta. Oí un ruido proveniente de uno de los árboles que se encontraba a mi izquierda. Me quedé inmóvil y atenta a un posible segundo movimiento. Y así fue; volví a sentir la agitación de ramas. Tenía las piernas agarrotadas por el cansancio y el miedo, comprendí que no estaba en condiciones de echarme a correr.
Tenía la vista fija en aquel árbol, sin siquiera pestañear, esperando lo peor…tragué saliva, me sentía observada.
Pegué un grito de aquellos cuando una estúpida ardilla saltó de dicho árbol y corrió perdiéndose entre las sombras. Sentí el corazón salírseme por la boca. Pero de cierto modo sentí gran alivio, sólo había sido una ardilla…
Si pensé que el susto había pasado, vaya que me equivoqué. Estaba poniéndome de pie cuando un enorme bulto negro saltó de un árbol a otro a unos escasos metros de donde me encontraba. Caí de espaldas y me tapé la boca para no pegar el grito de mi vida.
Quise contener la respiración pero mis latidos eran tan desenfrenados que no aguanté ni medio segundo. El bulto negro volvió a saltar a otro árbol un poco más alejado de mí a una velocidad inverosímil. Presa de mi desesperación comencé a llorar mientras me temblaba el cuerpo. Estaba completamente paralizada por el terror. Mi cuerpo no respondía, quería huir… estaba en presencia del legendario Chupacabras, sin duda. Y él sabía que yo estaba ahí, a su acecho…
Mantuve la vista fija hacia la dirección que él había tomado, a la espera de un tercer salto, las lágrimas que me empañaban los ojos me hacían más difícil la tarea. Estaba luchando por ahogar los sollozos. Debía mantener completo silencio para no llamar su atención, quizás…realmente no se había percatado de mi presencia –intenté pensar positivamente- tal vez había tiempo de escapar…
Error. Me tenía en jaque. ¿Qué me hizo cambiar tan negativamente de opinión?  Sentir su presencia a mis espaldas. Una respiración calmada y fría cada vez más cerca. La brisa gélida que provocaba su respirar me puso la piel de gallina. Me congelaba el cuello.
En mi afán por encontrar al mítico Chupacabras, él me había encontrado a mí. Al sentirme atrapada, el miedo comenzó a pasar a segundo plano, dando paso a una extraña excitación. Entonces recordé “de sus innumerables ataques, jamás se han reportado víctimas humanas”.
Aunque claro, cabía pensar que ningún mentecato –además de mí- había tenido la estúpida idea de perderse voluntariamente en un bosque a merced de su apetito voraz. En fin, si me convertía en la merienda de este misterioso ente, sería por mera irresponsabilidad mía. Resignada, asumí toda la culpa de mi pronta muerte. Pero no pasaría a mejor vida sin antes verle la cara a mi depredador.
Cuando me aprontaba a voltear para verle el rostro, me detuvo con un sutil gruñido proveniente de su pecho. Entonces todo ocurrió en fracción de segundos.
No era uno sino dos. El primero que vi se precipitó de frente hacia mí con unas enormes alas extendidas. Era una especie de gárgola de dos metros. Inmediatamente la criatura que estaba a mis espaldas saltó sobre él impactando bruscamente para impedir el ataque. Ambos se perdieron hacia el interior del follaje. A lo lejos se podía oír la quebrazón de ramas lo que denotaba la intensa lucha que se estaba dando a cabo.
Había que salir de allí lo antes posible. Las dos bestias se estaban disputando el almuerzo –yo- y no disponía de mucho tiempo. Debía escapar. Corrí sin ningún sentido, sólo corrí en dirección contraria a la que se habían ido las criaturas. Caí al suelo una y otra vez. Perdí él teléfono móvil y la cámara pero no podía devolverme a recuperarlos. Mi vida dependía de ello. Tenía que salvarme. No por mí, sino por mi hermana.
Sin previo aviso sentí una fuerte presión en mi cabeza y caí de bruces. Era incapaz de ponerme de pie producto del mareo. Tenía la vista nublada y me pesaba el cuerpo.
-         Alice…
-         Vi…Vio..le…ta…- balbuceé-
-         Alice…
Cerré los ojos completamente rendida. Lo último que sentí fueron los cálidos brazos de mi hermana envolviendo mi cuerpo, y su largo cabello rozándome las mejillas…

Al despertar seguía sintiendo la cabeza abombada. Me sentía aturdida. Cuando intenté levantarme de la cama me dio un calambre en la espalda y sentí punzadas en las piernas. Además tenía los brazos todos magullados.
-         ¿pero qué rayos…?
-         ¡¡Alice!! –gritó Violeta saliendo del balcón y saltando sobre mí- ¡¡insensata!! ¿qué estabas pensado? ¡¡Te lo advertí!!
-         ¿de qué hablas?...¿qué me pasó?
-         Cómo que “qué me pasó?” Alice, casi me matas de un susto! Cómo se te ocurre meterte a ese bosque tú sola! ¡¡serás tonta!!
-         El bosque…-miré hacia el balcón- ¿estuve allí?
-         Dios sabe qué rayos te pasó allí dentro. Te encontré a la entrada del bosque. Tirada en el piso y así como te ves; toda amoratada y sucia.
-         No me acuerdo de nada…-confesé- …¿qué hora es?
-         Van a ser las diez de la noche. Te busqué toda la mañana. Pasado el mediodía recién vine a encontrar tu nota a punto de caer del balcón.
-         ¿en el balcón? Pero si la dejé sobre la cama… bueno… quizás el viento…-no recordaba haber dejado la ventana del balcón abierta. O quizás sí, pero ni siquiera recordaba lo sucedido dentro del bosque-.
-         Lo peor de todo es que estaba sola! Agatha y el tarado de Gerard no estaban por ninguna parte y yo desesperada buscándote Alice! No sabes el susto que me llevé cuando te vi tirada cerca del bosque…imaginé lo peor…-la voz se le quebró y comenzó a llorar- …no vuelvas a irte así…
-         Lo siento Violeta…-la abracé- no lo volveré a hacer…
La verdad es que entendía a medias lo que había sucedido. Sólo tenía memoria de mis planes de ir al bosque. Recordaba la nota que le había escrito a mi gemela. Tenía vagas visiones de mí entrando al bosque, pero de ahí en adelante…no había recuerdos…era tan extraño…
-         Quizás me golpeé en la cabeza…-me la toqué en busca de algún indicio de golpe o herida-.
-         Creí que nunca despertarías…traté de hacerte volver en sí, pero no reaccionabas. Te arrastré casi la mitad del jardín hasta que de la nada apareció el idiota ese y te trajo hasta aquí en brazos. Jah! Algo bueno que haga el muy estúpido!
-         ¿te refieres a Gerard?
-         Sí. ¿puedes creer que ni siquiera me preguntó que rayos te había pasado? Salió de la casa diciendo “serás debilucha! Trae acá, yo me encargo” como si de un saco de papas se tratase! Cuando Agatha estuvo de regreso, me preguntó por ti varias veces. Le dije que aun dormías. Le pedí que te llevara al hospital pero me aseguró que estarías bien…que sólo necesitabas descansar…en fin…¿cómo te sientes?
-         Bien. Un poco aturdida y hambrienta. ¿Agatha está molesta?
-         Aunque no lo demuestre es obvio que sí, Alice!
-         Lo siento… le debo unas disculpas.
-         Déjalo para mañana. Ahora descansa. ¿te traigo algo de comer?
-         No es necesario. Yo iré a prepararme algo. Además necesito ir a darme un baño. Vete a dormir Violeta. Perdóname por haberte preocupado tanto. Prometo no volver a hacerlo –sonreí y la abracé-
-         Más te vale…buenas noches
-         Que descanses.
-         Igual tú. Hasta mañana –salió del cuarto y yo volví a tenderme sobre la cama-.

-         Ya se acabó el día y con suerte recuerdo la madrugada…-susurré mientras observaba mis brazos lastimados-.

Cogí el pijama  y salí de la habitación en dirección al baño. Creo que estuve por lo menos una hora bajo la ducha. Tratando inútilmente de recordar lo que había sucedido dentro del bosque. Me parecía sumamente extraño no poder acordarme de nada. Mi cuerpo estaba todo maltratado. Eso era señal de que no había sido una simple incursión.
-         ¡¡la cámara!!
Pues claro! Había llevado conmigo la cámara. Salí del agua para secarme y vestirme lo más rápido posible. Quizás Violeta ya se encontraba dormida pero no me importaba despertarla. Necesitaba pedirle mi cámara.
Salí del baño y corrí hasta su cuarto. No me detuve a golpear la puerta. Giré la manilla pero estaba con seguro. Me extrañó ya que Violeta sufría de claustrofobia y desde pequeña solía dejar las ventanas y puertas entreabiertas.
-         ¿Violeta? Hey Violeta…-golpeé suavemente para no molestar a los dueños de casa- Violeta despierta!
No podía hablar más fuerte, no quería despertar a Agatha y sus hijos. Resignada me fui a la cocina en busca de comida para mi estómago que no cesaba de reclamar alimento.
Cogí un frasco con galletas de avena y leche fresca del refrigerador. No era un festín de aquellos pero estaba bien para mí. Miré por el ventanal de la cocina que daba al patio trasero. El frasco de galletas se hizo trizas en el suelo cuando por accidente lo solté al ver –a través de la ventana- una sombra pasar detrás de mí.
-         ¡¡MIERDA!! –exclamé asustada-
Las llamas de las velas que alumbraban tenuemente titilaban y se mecían con una leve brisa. No me hacía gracia ver fantasmas en aquel escenario tétrico, sin embargo antes de salir corriendo de vuelta a mi habitación, debía limpiar el desastre que había dejado en el suelo. Me  compadecí de mí misma ante aquella situación. Gracias al cielo había un escobillón y una pala cerca del lavaplatos. Los cogí sin despegar la vista de la puerta y temerosa de ver algo nuevamente comencé a juntar los pedazos de vidrio y galletas. Una vez terminado de recoger todo aquello, tomé el candelabro que había sobre la mesa y lo llevé conmigo para alumbrar el pasillo. Siempre pensé que los fantasmas huían de la luz así que eso me infundía algo de valor.
Finalmente llegué a mi cuarto y me encerré rápidamente. Busqué mi teléfono móvil para ver la hora. No estaba sobre la cama, ni debajo de ella. Ni en los bolsillos de mi chaqueta, ni en los de los pantalones. Ni en mis bolsos ni sobre el velador, ni nada. No estaba. Supuse que Violeta se había quedado con mi cámara y mi celular. Porque…obviamente salí del bosque con ellos….¿no?
Ok. Comencé a intranquilizarme ¿y si había perdido mi móvil o mi cámara dentro del bosque? Me metí a la cama. Allí me quedé despierta otro rato imaginando caras con los nudos de la madera del techo. Sentía miedo y no quería apagar las velas. Finalmente me venció el sueño…

“mirando fijamente una puerta rota, no hay nada más aquí. Mi habitación es fría, me está volviendo loco.  He estado esperando aquí tanto tiempo… otro momento parece haber llegado, veo las nubes negras acercarse otra vez.
Corriendo a través del monzón, más allá del mundo, hasta el final de los tiempos. Cuando la lluvia no dañe ya… Luchando contra la tormenta. Y cuando me pierda pensaré en ti, juntos correremos hacia un nuevo lugar…
A través del monzón…
Sólo tú y yo…
Aquella canción me acompañó toda la noche, hasta que la luz del sol que se filtraba por la ventana me despertó al fin. Tras dar unas cuantas vueltas en la cama, decidí dejar de holgazanear y me puse a ordenar el cuarto. Violeta no tardó en aparecerse.
-         Buenos días hermanita!! ¿amaneciste mejor? –me preguntó mientras se sentaba sobre la cama-.
-         Si. Eso creo…¡oye! Tú tienes mi cámara y mi celular, no es así?
-         ¿yo? ¿y pará qué querría yo todo eso?
-         Mierda…
-         ¿qué pasó?
-         Creo que perdí ambas cosas en el bosque…
-         Te pasa por tonta!
-         Tengo que recuperar por lo menos la cámara. Allí hay registro de todo lo que grabé en el bosque. Así podré recordar lo que pasó.
-         ¿piensas meterte nuevamente ahí?
-         ¿me acompañas? …quizás no llegué tan adentro y mis cosas estén cerca de la entrada…
-         ¡¡¡¡OLVÍDALO!!!! Tan sólo mírate Alice! Tienes los brazos, las piernas, la espalda y la cara toda rasmillada! Ni siquiera tú sabes qué tan peligroso es allí dentro. Imagino algo así como el proyecto de las brujas de Blair…entras allí y no sales jamás…
-         …o sales pero sin memoria…-me dio un escalofríos- Violeta…eso es aterrador…
-         ¿lo ves? Así que deja de pensar burradas!
-         Tienes razón. Hey, Violeta…¿Cuándo le perdiste el miedo al encierro?
-         ¿estás de joda? No le he perdido el miedo… quizás nunca supere mi claustrofobia.
-         Entonces…¿cómo es que duermes con la puerta cerrada y con seguro?
-         Alice…-me miró extrañada- sabes perfectamente que soy incapaz de dormir con la puerta cerrada, y menos aún ponerle pestillo…
-         Es extraño… anoche después de bañarme te fui a ver y la puerta estaba trabada…
-         Quizás te equivocaste de habitación, porque hoy cuando me levanté la puerta estaba tal y como la dejé anoche; entreabierta.
-         Es la que está al costado izquierdo de las escaleras, ¿no?
-         Si.
-         Mmm… si, puede que me haya equivocado…
-         ¿no bajarás a desayunar?
-         No. Paso del desayuno. Esperaré hasta el almuerzo. Tengo que reunir valor para pedirle disculpas a Agatha por lo de ayer…
-         Agatha salió temprano. Dijo que trabajaría hasta tarde y me pidió que preparara el almuerzo ya que estaremos solas en casa prácticamente todo el día.
-         ¿y Gerard?
-         ¡¡al diablo con ese!! ¿a quién le importa? –alcé una ceja y la quedé mirando-
-         Ok. También salió. Y el otro…¿Cómo es que se llama…?
-         ¿Elliott?
-         Sí, ese. No le he visto. Quizás tampoco esté.
-         Ok. Entonces termino de ordenar aquí y bajo contigo para ayudarte con los quehaceres, ¿vale?
-         No es necesario. No me gusta el aspecto que tienes…prefiero que descanses. Yo me encargo de todo ¿algo en especial que quieras comer?
-         Sorpréndeme –le cerré un ojo-
-         Ok! –sonrió-
-         Pero no es necesario que te preocupes tanto, en serio. Me siento bien.
-         No es normal que no recuerdes lo que te pasó, Alice…Eso quiere decir que el golpe en la cabeza fue severo. Debes cuidarte…
-         Puede que tengas razón. De todas maneras avísame si me necesitas. Estaré aquí leyendo.
-         Ok. Me iré a regar el jardín.
Violeta salió dando saltitos como una niña. Seguí guardando mi ropa dentro del ropero. Luego me tendí sobre la cama a leer. Me quedé dormida al poco rato.
El olor exquisito que comenzaba a entrar a la habitación me despertó. Dejé el libro sobre el escritorio y bajé hasta el comedor. La mesa estaba puesta. Había cinco cubiertos.
-         ¿por qué tantos puestos si estamos solas? –pregunté a Violeta, quien ponía sobre la mesa una lasaña increíblemente apetitosa-
-         Por cortesía. Quien sabe si uno de los dueños de casa llega justo a la hora de almuerzo.
-         Toda la razón. Oye, esto huele fenomenal…
-         Sé que es tu plato favorito, así que espero  lo disfrutes.
Nos sentamos a comer. En eso sentimos el motor de un auto.
-         ¿ves? Te lo dije –me dijo Violeta, mientras servía otra porción de lasaña-.
Gerard nos dio una mirada discreta al cruzar el pasillo. Supuse que había sido su saludo. Él  era un chico de pocas palabras y con un temperamento que ni él se mamaba. Tras salir del baño se sentó a la mesa junto a nosotras. Observó su plato con recelo pero rápidamente se vio seducido por el aroma.
-         Tiene buen aspecto…y huele bien…-dijo con su habitual tono inexpresivo-.
-         Espera a probarla, te encantará! –le respondí-
-         ¿la hiciste tú? –me preguntó. Parecía ignorar por completo la presencia de mi gemela. Esta a su vez hacía lo mismo-.
-         No. Es Violeta quien posee dotes culinarios. Tiene un talento increíble en la cocina.
-         ¡Iugh! Entonces no comeré –exclamó Gerard con cara de asco-.
-         Cágate de hambre si quieres…me vale…
-         ¡Violeta! –la interrumpí-.
-         Que boca más sucia. Así más asco me da… -Gerard se levantó de la silla completamente irritado y subió las escaleras-.
-         ¿Qué no pueden estar ni medio minuto juntos sin tirarse mierda mutuamente? –protesté-.
-         ¡Díselo a él! ¡pues es él quien siempre empieza!
-         Y tú no deberías caer en su jueguito, Violeta. De cierto modo Gerard tiene razón, deberías cuidar mejor tus modales…
-         ¡¡Ese imbécil me desquicia!! –lanzó el tenedor sobre la mesa y se levantó bruscamente de la silla- disculpa, ya perdí el apetito.
-         ¡Violeta!
Terminé comiendo sola. Después de almorzar subí hasta mi habitación para coger el libro que estaba leyendo. Hacía un día soleado y fresco, así que decidí bajar a leer al jardín. Antes de salir del cuarto, eché una ojeada por el balcón. El bosque se mostraba majestuoso ante mí. Sentí deseos de ir allá. Era como una fuerza instintiva que me impulsaba, más poderosa que mi propia voluntad. Era como si el mismo bosque me llamase con ímpetu, arrastrándome, vulnerando mi fuerza de voluntad… finalmente terminó por convencerme… arrojé el libro sobre la cama y corrí escaleras abajo. Parecía desesperada por volver allí.
Entré en razón al salir de la casa por la puerta trasera. Me detuve a pensar en las palabras de mi hermana. Pero aquella fuerza magnética proveniente del bosque, que me inducía a entrar en él seguía llamándome…
-         Ok…sólo iré a ver si está mi cámara cerca de la entrada…nada más…sólo la entrada…-me dije a mi misma mientras avanzaba a paso inseguro-.
Comencé a registrar los arbustos y la hiedra a mi alrededor. Con la esperanza de encontrar mi videocámara, sin darme cuenta comencé a avanzar hacia el interior. Algo me hizo alzar la vista y frenar de golpe. Era una melodía. Una melodía muy familiar…presté atención.
-         “monsoon”…-murmuré-.
¡Era el ringtone de mi teléfono móvil! Y se oía desde el interior del bosque. Supuse que no estaría lejos. Empecé a caminar cada vez más rápido antes de que acabara la canción.
Una mano firme me agarró del brazo y me tiró hacia atrás con rudeza.
-         ¡¡ayy!!
-         ¡¿Dónde mierda crees que vas?!
-         SHHHT! ¡Escucha Violeta!
-         ¿qué cosa?
-         No hagas ruido…-ambas nos quedamos inmóviles y en silencio-.
-         ¿qué? ¿Quieres oír  los pajaritos, los grillitos...? ¿las hojas mecidas por el viento? ¡¡YA LARGUÉMONOS DE AQUÍ ALICE!!
De un brazo me arrastró hasta la salida mientras me reprendía duramente.
-         Ahora me vas a decir qué carajo hacías allí otra ves!
-         …estaba buscando mi cámara en la entrada del bosque cuando oí sonar mi celular y…pues…entré a recogerlo…
-         ¿tu celular?
-         Si. Justo estaba entrando una llamada. Oí el ringtone.
-         Alice…aquí no entran las llamadas. ¡¡No hay señal!! ¿lo olvidaste?
-         ¡¡pero yo la oí!!
-         Habrá sido tu imaginación, yo no escuché nada.
-         …-me quedé en silencio un rato algo molesta- ¿Cómo supiste que había ido al bosque?
-         Fui a buscarte a tu cuarto y no estabas. Me asomé por el balcón y te vi entrando al bosque. No me obligues a vigilarte todo el día hermanita…-amenazó con tono severo-
-         Está bien…-contesté de mala gana-.
-         ¿puedo ir tranquila y confiada a darme un baño?
-         Sí Violeta… prometo no volver a acercarme al bosque ¿ok?
-         Más te vale, o le pido a Agatha que nos lleve a reservar los pasajes de regreso a casa lo antes posible – quizás qué expresión se demarcó en mi rostro, porque enseguida agregó- …no soy tonta, hermanita. Sé que pretendes que nos quedemos aquí el mayor tiempo que nos sea posible. Pero piensa que, para eso, no debes causar molestias a Agatha. Y perdiéndote en el bosque, sólo conseguirás que se deshaga de nosotras más rápido de lo que imaginas.
-         Tienes toda la razón, Violeta. Y por lo mismo, trata de ser más respetuosa con Gerard. Él también es dueño de casa aquí, y debes respetarlo igual como a Agatha…por mucho que te fastidie.
-         Lo sé. Creo que optaré por hacerle la ley del hielo.
-         Bien. Por lo menos evitarás más discusiones.
-         Estaré en la cocina horneando unos Cupcakes para la tarde. Así nos disculparemos con Agatha por las molestias que le hemos causado.
-         Buena idea. Yo no saldré de aquí, lo prometo.
Cuando quedé sola en la habitación, saqué la bitácora donde tenía toda clase de información referente al “Chupacabras”. Antecedentes y testimonios de sus diversos ataques en las distintas partes del mundo. Recortes de periódico, apuntes y material descargado de la web.

“El Chupacabras es un ente hematófago, es decir, se alimenta sólo de sangre. No se han reportado casos en los cuales la víctima, además de haber perdido sangre- en su totalidad-, haya sido consumida. Posee una inteligencia superior; no se deja ver con claridad, actúa de noche, sigilosamente sin que sus víctimas se percaten, dejando un mínimo de huellas y demostrando una astucia poco común. Se mueve sin dificultad en la penumbra. Posee una fuerza descomunal, siendo capaz de acabar con varios animales a la vez, sin importar el tamaño de la víctima. Los inmoviliza, los masacra, sin posibilidad alguna de reacción en sus presas. Tiene alas, vuela y salta de manera espectacular. Posee  un par de colmillos mediante los cuales extrae la sangre de sus víctimas. Su voracidad no tiene límite. Y además tiene garras poderosas con las cuales destroza jaulas y alambrados.”

Necesitaba averiguar más. Qué tan humano y qué tan animal era. ¿Sabría hablar? ¿Poseería poderes sobrenaturales? ¿Por qué no se alimentaba de sangre humana? ¿Sería único en su especie o era toda una manada?